Cuando llega el frío, hay que tener los equipos en óptimas condiciones. Además de ahorrar y reducir hasta un 10% el consumo energético, el correcto mantenimiento de la caldera y los radiadores para evitar cualquier posible riesgo o consumo excesivo.
Revisa las conexiones de la caldera: antes de ponerla en marcha, es recomendable comprobar si las conexiones a la red eléctrica, al conducto del gas y a las tomas de agua son correctas.
Observa la presión: por norma general, la presión correcta del aparato estará entre 1,2 y 1,5 bares como máximo. Todas las calderas, tanto digitales como analógicas, tienen un indicador de presión. Comprueba que tu caldera funciona en los parámetros adecuados, en caso contrario, debemos utilizar la llave de llenado de la caldera para corregir la presión.
Fija una temperatura estándar: procura apagar la calefacción por la noche y cuando no estés en casa, con mantenerla a unos 18ºC es suficiente. Una vez en casa, aconsejamos no sobrepasar los 21ºC. Si dejamos una habitación sin calefacción le robará calor a la estancia que más caliente esté, por lo que es más aconsejable tener todas las habitaciones a 20º que tener algunas a 24ºC y otras a 15. Purga los radiadores: al menos una vez al año, para poder calentar bien la casa. Elimina el aire acumulado en el circuito de calefacción para que el agua caliente se distribuya correctamente y llene los radiadores, rindiendo al máximo de su potencial.
Para purgar los radiadores se realiza a través de una válvula de purgado. Debes utilizarla cuando la caldera lleve apagada una horas, con un destornillador y un recipiente para recoger el agua. Gira despacio el purgador para abrirlo y vuelve a cerrarlo cuando termine el silbido del aire acumulado dentro y comiencen a salir gotas de agua.
Recuerda que las calderas deben ser revisadas una vez cada 2 años y la instalación del gas debe pasar una inspección completa cada 5 años. Ambas revisiones son necesarias, pero independientes.
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